Voluntarios para una sociedad mayor

La duración y gravedad de la presente crisis económica ha forzado a los gobiernos a mirar de frente a la cuestión del envejecimiento de la población. Sin embargo, la mayoría de las medidas han consistido en declarar que el actual sistema no es sostenible y  alargar la edad de jubilación, congelar las pensiones o recortar prestaciones a los mayores.
Por lo menos, todavía no se ha ido tan lejos como en las obscenas insinuaciones de Taro Aso, el ministro de finanzas japonés, quien pregonó que la gran cantidad de recursos que el estado gasta en cuidados y atenciones a la población mayor es un “problema [que] no se resolverá a menos que [los mayores]se den prisa en morir”

Hace pocos días fue Alemania la que abordó el asunto de su propio cambio demográfico, con la fecha crítica de la jubilación de los hijos del baby boom cada vez más cercana. Sus propuestas fueron más equilibradas, dado que auspiciaban potenciar la conciliación laboral para frenar la caída persistente de la natalidad y ponían el acento en la importancia de conseguir mantener la vida independiente de los ancianos para ahorrar servicios sociales a las arcas estatales.

Sin embargo, las comisiones federales, estatales y municipales que trabajan en resolver estas cuestiones se enfrentan a una acuciante falta de presupuesto. Por ese motivo, una de sus ideas es la del voluntariado: es decir, que sea la propia comunidad quien ayude a los abuelos en su día a día (en tareas como hacer la compra o echar una mano en casa) , al punto de que eso les permita mantenerse en casa el máximo tiempo posible. El objetivo es evitar tanto como se pueda su ingreso en residencias públicas o el concurso de asisten entes sociales.

Los responsables del plan invocan a la sólida tradición de trabajo voluntario de la sociedad alemana y al hecho comprobado de que los mayores llegan hoy a la vejez con mucha mejor salud y que a la edad de la jubilación se sienten 10 años más jóvenes de lo que se sentían sus padres a la misma edad. Lo cierto es que la solidaridad y el estrechamiento de lazos de una comunidad por la vía del cuidado de sus miembros de más edad siempre es una idea que merece ser impulsada. Y desde luego, cualquier aportación al debate es bienvenida. Sin embargo, queda todavía comprobar qué grado de seguimiento tiene la iniciativa teutona y si sirve ni que sea parcialmente para paliar la desinversión de los estados en sus mayores.

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